Ain’t your mom 2
Poco después de ese primer encuentro, el pandillero que vivía dentro de Bethany dejó de fingir que intentaba ser ella. Nick llegó temprano de la escuela un día y, al oír un suave gemido en la sala, siguió el ruido. Al doblar la esquina, vio a su madre. Estaba desnuda y arrodillada frente al sofá. Tenía las piernas abiertas, revelando los rosados labios de su vagina y su culo fruncido. Había metido la cara entre las piernas de otra mujer y lamía larga y lentamente. Era esta extraña mujer la que gemía mientras Bethany le chupaba el coño.
El pandillero había cambiado tanto a Bethany en tan poco tiempo: le había cortado el pelo, le había tatuado las tetas y ahora traía a casa mujeres desconocidas. Mientras Nick estaba de pie, atónito, en la puerta, la mujer de cabello oscuro se corrió, gritando y empujando la cabeza de su madre con más fuerza contra su coño. Se estremeció con el orgasmo, y Bethany permaneció entre sus piernas hasta que el último temblor remitió. Solo entonces ambos levantaron la vista y vieron a Nick en la puerta. "¿Quién cojones eres?", dijo la morena, cubriéndose.
"Oh, es solo el hijo de esta mujer. Nada de qué preocuparse. Un chico tranquilo. Pero con el pene pequeño." Ambos rieron y Bethany continuó:
"Probablemente no tiene coño, por eso le gusta que le deje follar con su propia madre. Oye", dijo Bethany, volviéndose hacia Nick, "Esta es mi novia. Puedes quedarte para la segunda ronda y quizás te deje pajearte con las tetas de tu madre, o puedes largarte. Tú decides."
Con un suspiro para disimular su alegría, Nick eligió lo primero.
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